ENFERMEDADES PARASITARIAS RURALES Y SILVESTRES
Las actividades al aire libre, los ambientes rurales y el excursionismo aventurero propician algunas enfermedades parasitarias causadas por gusanos planos y redondos (Platelmintos y Nematelmintos) de consecuencias y sintomatología muy variable en el hombre, pero que en muchos casos tienen otros hospedantes intermedios o principales entre los animales silvestres y el ganado o los animales domésticos.
Oxiouriasis. Una de las parasitosis más comunes y relativamente benignas, distribuida prácticamente por todo el mundo, se debe a vermes nematelmintos, gusanos tubulares, del grupo de los Oxiúridos, que se conocen vulgarmente bajo el apelativo de "lombrices".
La más extendida está causada por Enterobius vermicularis, que es un parásito del hombre y más corrientemente de los niños. Los adultos de estos gusanos o lombrices presentan dimorfismo sexual, ya que los machos miden alrededor de tres y hasta seis milímetros de longitud y las hembras alcanzan los diez o doce milímetros de largo, con un grosor respectivo de 0,2 y 0,4 milímetros por término medio. El extremo de las hembras, la cola del gusano, es afilado y alargado, contrariamente al de los machos, replegado y chato.
Los adultos de ambos sexos se instalan en las últimas zonas del intestino delgado, donde se realiza el acoplamiento y la reproducción. Las hembras fecundadas emigran a través del intestino grueso hacia el recto paralelamente a la madurez de los huevos. Entonces las hembras pueden ser expulsadas conjuntamente con el bolo fecal, saliendo al exterior; pero más frecuentemente la mayoría de estas "lombrices" se fija en las márgenes del ano, sobre todo durante la noche, y en esta situación depositan hasta diez mil huevos fecundados que puede contener cada una de ellas. El embrión madurado en el instante de la puesta podrá generar un nuevo gusano y provocar la autoinfección.
Los huevos resisten perfectamente condiciones de sequedad del medio ambiente exterior; pero, sin embargo, en el agua resultan muy frágiles y son rápidamente destruidos. Cuando estos huevecillos son ingeridos, el corión o cubierta se disuelve en el jugo gástrico y las larvas, libres, ganan el intestino, recomenzando de nuevo el ciclo.