LOS PELIGROS DEL ALCOHOL
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Si la práctica de actividades al aire libre, la vida sana de los ambientes naturales, suele ser incompatible con el hábito por las drogas consideradas tradicionalmente nocivas e incluso estar reñida con el tabaquismo, la penetración social del alcohol alcanza incluso a los colectivos dedicados a esfuerzos físicos realizados en plena naturaleza.
La fermentación de las uvas y de otros jugos azucarados de origen vegetal muy diverso ha sido conocida por el hombre desde la más remota antigüedad y empleada para estimularse en fiestas y actos colectivos de naturaleza lúdica.
En el campo, el frío de la mañana y la inercia a emprender las labores rurales eran y son todavía "vencidos" con la ingestión de pequeñas cantidades de orujos y aguardientes diversos en muchos países continentales. Análogamente, las reuniones de excursionistas, las expediciones y aventuras en terrenos silvestres e inexplorados cuentan en su equipaje con algún licor alcohólico, a veces en cantidades más que moderadas, como eventual "medicina" psicológica.
Esta aceptación social del alcohol, que en cantidades moderadas y esporádicas forman parte de los hábitos de numerosos colectivos, puede conducir a una dependencia más o menos estereotipada y a una auténtica enfermedad reconocida actualmente como tal y denominada por el apelativo correspondiente a su adicción: alcoholismo.