ALTERACIONES QUE PRODUCE
El alcoholismo crónico como resultado de intoxicaciones progresivas y continuas es aún más destructivo que la "sobredosis eventual". Es muy difícil determinar la cantidad exacta que comienza a alterar las funciones de cada persona. Se desconoce el "umbral de nocividad", dado que la sensibilidad individual es muy variable y ciertas dosis "socialmente admitidas y consideradas permisibles" pueden alterar gravemente a numerosos individuos. Pero parece indudable que, desde el comienzo, ciertas funciones del organismo se modifican con el alcohol.
Acción sobre liquidos y electrolitos (Agua, solucuiones salinas de sodio, cloro, etc...):
El consumo crónico del alcohol determina una retención en el organismo que se traduce en hinchazón o edema muy acusado en cara y vientre (clásica "tripa" del bebedor de cerveza). Esta hinchazón puede ser crónica o intermitente, dependiendo de los períodos de abstinencia, para aumentar durante los de "dedicación" continuada.
El edema se manifiesta asimismo en la faceta psicológica de rechazo y cambios en la personalidad, con estados de depresión, ansiedad e incluso cólera.
Como fácilmente puede intuirse, las mayores alteraciones del alcoholismo crónico se manifiestan en las funciones metabólicas del organismo.
Sobre los hidratos de carbono o glúcidos:
El alcohol moviliza reservas de glucosa en el hígado, el glucógeno, reduciendo la formación de glucosa y alterando la formación de insulina, lo cual se traduce en una baja de "azúcares", "hipoglucemia", que puede observarse en la mayoría de estos enfermos.
Este tipo de anomalías comienza a manifestarse a partir de los cuarenta años aproximadamente, generalmente en personas con antecedentes familiares diabéticos, en los cuales puede observarse, mediante análisis de "glucemia", una intolerancia a los hidratos de carbono (féculas, patatas, legumbres y glúcidos en general, como los azúcares), lo cual da lugar a una falsa "diabetes"; en estos casos el responsable máximo es el alcohol, lo que se demuestra cuando, después de unas dos o tres semanas de abstinencia, la glucemia se normaliza, haciendo innecesario el uso de medicamentos que bajen la glucosa (hipoglucemiantes).
Efectos sobre el riñón:
Los efectos sobre el riñón como sobre otros órganos del cuerpo humano consisten en una disminución de la secreción de ácido úrico, lo cual determina una "acidosis láctica"; en términos más generales, la denominada "gota úrica", por elevación de la uricemia, con cifras que pueden alcanzar 100 a 140 mg litro.
Esta concentración de ácido úrico se normaliza al cabo de dos o tres semanas, cuando se practica una abstinencia absoluta de alcohol, haciendo inútil toda medicación.
Metabolismo de las grasas:
El metabolismo de las grasas se ve igualmente alterado con la enfermedad alcohólica; es corriente que en estas personas se encuentre una "hiperlipidemia" en estadios subagudos, que pueden agravarse cuando existe Iesión hepática grave.
Los aumentos de grasa en sangre presuponen como altos factores de riesgo a padecer pancreatitis agudas, arteriosclerosis, neuritis y manchas de piel muy antiestéticas, como son los xantomas.
Efectos del alcohol sobre corazón y arterias:
Una de las primeras alteraciones que el enfermo alcohólico manifiesta es la "hipertensión".
La retención de líquidos y sobre todo sodio (sal), como alteración del metabolismo de los líquidos, queda de manifiesto con cifras altas de tensión que pueden ser origen de enfermedades graves, como ictus y hemorragias cerebrales, que llevan al enfermo a la parálisis.
La sobrecarga cardíaca (trabajo excesivo del corazón) se manifiesta con alteraciones del ritmo cardíaco (arritmias) y defectos de rendimiento, sobre todo cuando por causa de stress se pide un mayor rendimiento cardíaco.
La supresión de bebidas alcohólicas normaliza estas anomalías cuando no existe lesión del órgano.
Aparato digetivo:
En el aparato digestivo tenemos como órgano fundamental, por sus funciones metabólicas y nutritivas, al hígado, que después del cerebro es el órgano que más intensamente padece los efectos del alcohol.
En él encontramos muy inicialmente una alteración de las "transaminasas", pruebas analíticas muy específicas que nos demuestran el inicio de una "degeneración grasa" incipiente; se trata de una insuficiencia hepática leve, pero que de continuar bebiendo puede dar lugar a manifestaciones clínicas más graves, como son la "hepatitis alcohólica" o, en último extremo, la "cirrosis".
Hacer una abstinencia total a tiempo y tomar protectores hepáticos durante una larga temporada pueden detener el proceso y recuperar en parte la función hepática dañada.
La otra gran glándula del órgano digestivo es el estómago, el cual de forma directa se ve afectado por la irritación que el alcohol produce sobre la mucosa o revestimiento gástrico.
De la úlcera gástrica no se conoce exactamente cuál es la causa que la motiva, pero es indudable que el efecto irritante del alcohol agrava sus síntomas y puede ser causa incluso de hemorragias. Este mismo efecto irritativo del alcohol da lugar a alteraciones del esófago y provoca la agravación de las hernias de hiato.
Cuando una persona con estas enfermedades no mejora con el tratamiento adecuado debe pensarse en que puede ser un "alcohólico social", ignorante de su enfermedad e incapaz de pensar que unas cuantas copas son la razón de empeoramiento sin causa aparente.
Los efectos sobre el páncreas normalmente se exteriorizan con una diabetes sin antecedentes familiares ni transgresiones alimenticias que puedan justificarla.
Lesiones de la piel:
La más corriente de todas es el exceso de grasa en el cuero cabelludo (seborrea) o dermitis seborreica, y hoy en día se reconoce que el alcohol puede ser causa de psoriasis.
Efectos sobre la sangre y sistema defensivo:
Es frecuente observar en el alcohólico la existencia de anemia (glóbulos rojos por debajo de los cuatro millones), debido a que el alcohol altera los sistemas de creación de hematíes, como igualmente inhibe la formación de vitamina B-12 y ácido fólico.
Los sistemas de autodefensa del individuo se ven igualmente alterados al disminuir la "actividad bactericida" del suero contra todo tipo de gérmenes y reducir también la capacidad de los leucocitos (glóbulos blancos) para defender al enfermo alcohólico, siendo éste fácil pasto de infecciones, sobre todo de enfermedades de tipo respiratorio, bronquitis, catarros, neumonías, etc.
Efectos sobre el cerebro:
En el alcohólico crónico las alteraciones nerviosas son muy manifiestas, pues existe una degeneración cerebral que da lugar a "atrofias" (muerte) de centros importantes.
Son más importantes las alteraciones discretas del funcionamiento cerebral, que originan modificaciones intelectuales, afectivas y de comportamiento.
La "apariencia" del alcohólico representa mayor edad de la que tiene en realidad, adopta una actitud pesimista ante la vida, está tembloroso y agitado. Ante preguntas generales contesta alejándose de la pregunta que se le ha hecho, pero con pensamientos coherentes y de forma espontánea.
Las reacciones emocionales son siempre exageradas al hecho que las motiva, respondiendo con depresión, tristeza o melancolía, o, por el contrario, siendo su disposición mental muy "lábil", puede reaccionar con ansiedad o cólera.
Estos estados anormales nos indican el grado de alteración cerebral a que conduce el alcoholismo crónico, que nos presenta al enfermo como un individuo ansioso, nervioso, irritable, que padece con frecuencia insomnio, depresión y una progresiva disminución de la capacidad sexual, careciendo incluso de libido (apetencia sexual).
