INTOXICACIÓN ALCOHÓLICA ÁGUDA
Más corriente de lo que pudiera parecer, este tipo de intoxicación, que nada tiene que ver con el alcoholismo como enfermedad crónica, puede sobrevenir tras la celebración en común de cualquier acontecimiento, a base de "copa": clausuras de campamentos, cenas tras la conquista de algún logro deportivo o ecológico, etc. Indudablemente, en la vida "normal" la posibilidad de la intoxicación etílica ocasional es mucho mayor. Un cumpleaños, una reunión de adolescentes, cualquier acto grato, suele estar siempre acompañado de la ingestión de bebidas alcohólicas.
Como toda sustancia tóxica, cuyos efectos son función de la dosis, el alcohol puede llegar a ocasionar un cuadro grave que puede incluso culminar con la muerte de la persona objeto de la "sobredosis ocasional".
Los niños y personas jóvenes son más sensibles, en razón de su peso y falta de "costumbre", a este tipo de accidentes, y también a la "hipoglucemia" o baja de azúcar en sangre, que agrava el cuadro de intoxicación etílica. La creencia de la consciencia del individuo cuando llega a la "dosis tóxica" y su capacidad para dejar de beber en ese momento solamente puede resultar factible en personas muy habituadas, en bebedores acostumbrados a "mantener el tipo" en los actos sociales.
La gravedad del cuadro subsiguiente a la ingestión etílica ocasional es función de la cantidad incorporada, y en ausencia de una complicación grave, cuando el paciente presenta cifras de alcoholemia del orden de 3,5 a 7 g/ litro, podemos decir que la intoxicación es mortal. Ahora bien, los adictos al alcohol, enfermos crónicos, pueden tolerar cifras de hasta 5 g/litro por la habituación al tóxico.
Los síntomas de las personas afectadas por un exceso eventual de bebida son conocidos por todos: marcha titubeante, pérdida de complejos e inhibiciones, náuseas, vómitos, etc.
El alcohol produce una baja de tensión importante, descenso de la temperatura corporal, insuficiencia respiratoria y pérdida de reflejos. Como síntoma más grave puede aparecer cianosis (color azulado en labios y extremidades, palidez general y pérdida del color en orejas y nariz), dificultades circulatorias, falta de oxígeno y, como consecuencia final e irreversible, la muerte del intoxicado.
La sintomatología puede agravarse en personas sometidas a cierto tipo de tratamientos medicamentosos, consumidores de otras drogas y también en individuos con cualquier enfermedad cardíaca, circulatoria o de otra naturaleza.