LA TERCERA EDAD
Las necesidades alimentarias del adulto maduro y del anciano no difieren fundamentalmente de las del adulto joven. Sin embargo, conviene tratar por separado la nutrición geriátrica atendiendo a las características que van perfilándose en cada grupo cronológico con arreglo al envejecimiento de los individuos que lo componen.
Así, la alimentación del adulto debe tener en consideración todos los cambios que se han operado en el individuo, y los que se irán produciendo a medida que progrese su envejecimiento. El estado nutricio de una persona de 70 u 80 años refleja no solo sus hábitos alimentarios del momento, sino también su historial dietético completo.