CONGELACIÓN
La congelación corresponde a una destrucción de los tejidos provocada por temperaturas muy bajas, inferiores a 0 grados C. En condiciones normales, la sangre aporta a la piel un calor constante. Por efecto del frío, los vasos sanguíneos se contraen y dejan de llevar a la piel el calor que podría compensar el descenso de la temperatura externa. La ausencia de oxígeno, aportado por la circulación sanguínea y la interrupción de las reacciones químicas celulares, así como la formación de microcristales de agua en las células durante la fase final, provocan la muerte de los tejidos.
La piel, el tejido subcutáneo y los músculos son más sensibles que los tendones, los ligamentos y los huesos, lo que explica que un miembro congelado pueda seguir moviéndose.
En la congelación de primer grado: la piel aparece blanca, lisa y dolorosa.
En la congelación de segundo grado: la capa profunda de la piel se ve afectada y aparecen ampollas.