TIPOS DE CONGELACIÓN
La congelación de primer grado es la más superficial. La piel aparece blanca, lisa y dolorosa, con un notorio aumento del dolor al menor contacto. En los meses invernales es muy común que se produzca un principio de congelación en la nariz, las orejas y la punta de los dedos.
La congelación de segundo grado afecta a la capa profunda de la piel, que se vuelve violácea o blanca mientras en la superficie aparecen ampollas, como sucede por ejemplo después de la crioterapia aplicada para tratar las verrugas. La piel duele menos, pero sigue siendo muy sensible al contacto y al calor. Las lesiones no son profundas y la piel cicatriza en el plazo de unas semanas, aunque en ocasiones hay que recurrir a un injerto cutáneo.
La congelación de tercer grado afecta a las capas profundas de la piel, que adquiere un color morado y presenta ampollas que contienen un líquido sanguinolento. Transcurridas unas horas, la piel se vuelve negruzca, el área congelada queda rodeada de un edema y la sensibilidad cutánea desaparece.
Las lesiones profundas no cicatrizan y se debe recurrir a la amputación quirúrgica. Cuando una congelación es grave siempre están presentes al mismo tiempo lesiones de los tres grados. En general, las lesiones más graves se localizan en el extremo de un miembro (por ejemplo los dedos de los pies); en cambio, las menos graves se producen en el tobillo o la pantorrilla. A menudo el cirujano encuentra grandes dificultades para pronunciarse desde el primer momento sobre la extensión definitiva de las lesiones irrecuperables: la recuperación puede ser muy rápida o bien lenta, y algunas congelaciones a primera vista extensas, se resuelven con daños menores de lo previsto.
La hipotermia
Se denomina así la disminución de la temperatura corporal provocada por una exposición prolongada al frío. Los riesgos se relacionan sobre todo con la pérdida de conocimiento y los trastornos del ritmo cardíaco que pueden manifestarse a partir de una temperatura inferior a los 33 grados C.