AUXILIAR DENTRO DEL AGUA
El ahogamiento no es uno de los accidentes más frecuentes, pero sí uno de los que tienen índices de consecuencias fatales más altos. Suele producirse en momentos de ocio, durante un baño en el mar, un lago o un río, aunque tampoco es excepcional que ocurra en la piscina de casa. También puede ser consecuencia de una caída accidental al agua desde un barco, un puente, una escollera y, a veces, con el automóvil.
En caso de ahogamiento, hay dos escenarios posibles. En el primero, la víctima muestra claramente que tiene problemas, aparece y desaparece varias veces antes de hundirse: en ocasiones se tiene tiempo de intervenir antes de que acabe bajo el agua. En el segundo, la víctima ya ha desaparecido en el agua y sólo los testigos pueden indicar en que punto ha sido vista por última vez. En tal caso, para encontrarla se deben tener en cuenta las posibles corrientes.
Aunque se haya dado la alarma inmediatamente, es habitual que el socorro profesional no puede llegar a tiempo. Se tiene que aprovechar por tanto cualquier oportunidad para salvar a la persona en apuros.
Ante todo, cuando sea posible hay que ayudar a la víctima a salvarse por sí misma: con frecuencia las dificultades aumentan por el pánico, al que se puede tratar de poner remedio con palabras decididas y tranquilizadoras.
Además, a veces se dispone de algún medio de flotación a mano: un salvavidas, un chaleco salvavidas o incluso una tabla de madera grande. En muchos casos, la víctima se aferra al elemento lanzado al agua y recupera el control de la situación, respirando con calma mientras nada hacia la orilla o espera a que llegue la asistencia. Si el bañista en apuros está lo suficientemente cerca, se le puede tender un palo o echar una cuerda. Un barco, una lancha de salvamento o incluso una simple canoa son los medios más seguros, pero es preciso disponer de ellos enseguida.
Por último, existen algunos casos en que la única solución posible echarse al agua para prestar auxilio, pero siempre que con ello el socorrista no arriesgue su vida. Éste debe saber nadar bien y calcular que la distancia por recorrer no sea excesiva (la distancia será doble, el ir y el venir), para estar seguro de que podrá regresar sosteniendo a la persona en apuros, lo que requiere fuerza y una considerable resistencia. Siempre conviene evitar los riesgos inútiles.