LAS FUENTES DE LA VIDA
Sin luz, agua y aire, no hay vida posible. El aire contiene oxígeno y con él se inicia un ciclo: al inspirar los hombres y los animales absorben oxígeno y al espirar sueltan anhídrido carbónico, que es recogido del aire por las plantas. Las plantas necesitan agua para crecer. Con ayuda de la luz del sol producen nuevamente oxígeno que pasa al aire. Pues bien, sin este ciclo, la vida no podría prosperar. La energía, el aire, el agua y el sol son, en un principio los elementos de la perfecta naturaleza que han permitido que la especie humana viva saludablemente.
El ser humano existe en este planeta desde hace muchos millones de años y siempre viviendo en armonía con la naturaleza: al aire libre, bajo el sol, bebiendo agua, descansando, durmiendo, comiendo los alimentos que le proporcionaba, llevando una vida física activa. Pero, hoy en día, se han incorporado los progresos del hombre, con los consiguientes cambios de los estilos de vida, que no siempre resultan tan positivos para la salud.
Gozar de una buena salud sigue siendo un derecho innato. Si no se tiene, la culpa no es del cuerpo ni de las leyes que lo gobiernan. La verdadera causa del deterioro de la salud radica en que no se cumplen con las leyes y los requisitos de la vida. La salud es espontánea. Los órganos del cuerpo están diseñados para funcionar normal y saludablemente desde el principio y seguir haciéndolo así durante toda la vida. La manera de restaurar la salud y asegurar su preservación es vivir saludablemente. Esos mismos elementos que fueron necesarios para la gestación del hombre, son los que le mantendrán sano y los que contribuirán a la restauración de la salud si se pierde.
Una vez identificados los elementos de la salud, se pueden incorporar a un programa de estilo de vida global a fin de recuperar el control del gasto energético.