DIAGNÓSTICO ENFERMEDADES DE LAS GLÁNDULAS SALIVARES
En la anamnesis se debe preguntar sobre la existencia de tumefacción glandular y su forma de presentación, unilateral o bilateral, y sobre la presencia de fiebre, la administración previa de medicamentos y la existencia de otras enfermedades, como diabetes mellitus, o el abuso de alcohol. Debe tenerse en cuenta la edad de presentación de las manifestaciones clínicas; así, los tumores parotídeos en los recién nacidos y niños pequeños son hemangiomas o linfangiomas y, excepcionalmente, quistes congénitos, mientras que en la edad escolar predomina la infección vírica. La sialoadenosis acontece entre los 30 y los 50 años, mientras que los tumores malignos aparecen después de los 45 años. En la inspección debe objetivarse la existencia o no de asimetrías. En la palpación parotídea se debe comparar el tamaño y la consistencia de la dos glándulas, completándose con una palpación bimanual o bidigital, mediante la colocación de una mano dentro de la cavidad bucal. Esta última maniobra es indispensable para la exploración de las glándulas submaxilares y sublinguales. Mediante la expresión de los conductos de Stenon o de Wharton es posible observar las características de la saliva producida por las distintas glándulas. Si se excluye una enfermedad inflamatoria, el dolor a la palpación de la parótida suele ser un signo de malignidad. La exploración se completa con una inspección de la cavidad bucal. Las exploraciones complementarias empleadas en el diagnóstico de las enfermedades de las glándulas salivales son las siguientes:
Radiografía simple. Las técnicas radiológicas utilizadas son la ortopantomografía y las radiografías desenfiladas de las regiones submaxilar y parotídea. Para visualizar un cálculo en el conducto de Wharton puede ser útil la radiografía oclusal.
Sialometría y sialoquímica. Tienen valor como métodos de investigación en las enfermedades glandulares, pero su utilidad diagnóstica es escasa.
Sialografía. Su principal aplicación estriba en el diagnóstico de las lesiones del sistema ductal y la sialolitiasis. Para su realización, se cateteriza el conducto de Stenon o el de Wharton y se practican tres radiografías, una antes de la inyección de contraste yodado, otra inmediatamente después de su administración y la tercera tras su evacuación. La sialografía está contraindicada durante la fase aguda de la enfermedad.
Gammagrafía con pertecnetato de tecnecio-99. Proporciona información sobre el tamaño, la localización y la función de las glándulas salivales. En las enfermedades inflamatorias difusas, la gammagrafía es útil para cuantificar el grado de afectación funcional de las glándulas.
Tomografía computarizada (TC). En condiciones normales las glándulas salivales mayores se identifican fácilmente mediante TC. Esta técnica es de gran utilidad para las enfermedades que afectan el parénquima de la glándula y para confirmar o descartar la extensión de un tumor hacia zonas próximas, aunque no permite establecer un diagnóstico de certeza sobre el tipo de tumor, dado que sustancias mucoides o estructuras lipomatosas pueden simular a las observadas en tumores malignos. La TC normal se puede completar con la inyección de contraste intravenoso o bien realizarla simultánea a la sialografía para el estudio de los tumores.
Resonancia magnética. En ocasiones está indicada en el estudio de los procesos tumorales, sobre todo para delimitar las lesiones y, especialmente, para una definición más precisa de la relación de las estructuras vasculares con el tumor.
Ecografía. Sólo la ecografía bidimensional es útil en las afecciones de la parótida. Presenta las ventajas de bajo coste, ausencia de irradiación y rapidez, típicas de este método, sobre la TC, aunque es necesaria una gran experiencia para su correcta interpretación.
Biopsia y citología. La biopsia de las glándulas salivales mayores está contraindicada por la posibilidad de lesionar estructuras nerviosas, provocar fístulas o diseminar células tumorales. El mejor método es la citología por aspiración de masas tumorales, que en manos de un anatomopatólogo experto puede discernir entre enfermedad benigna y maligna.