DIAGNÓSTICO
El SAOS puede ocurrir a cualquier edad (incluso en niños a causa de amígdalas gigantes) o en pacientes no obesos. En ocasiones el SAOS puede ser grave y los síntomas mínimos. El diagnóstico definitivo se establece por la polisomnografía, que incluye la medición de una serie de variables fisiológicas durante el sueño. Dichas variables pueden ser: a) neurológicas, como el EEG, los movimientos oculares y la actividad muscular del geniogloso, que permiten analizar el sueño, sus estadios y su calidad y b) respiratorias, como el flujo aéreo en la boca o la nariz, movimientos toracoabdominales y saturación de la oxihemoglobina, que permiten clasificar las apneas/hipopneas en centrales, obstructivas o mixtas y valorar el grado de desaturación de la oxihemoglobina que provocan. Además, se estudian otras variables, como la intensidad del ronquido, los movimientos de las piernas (que ocurren en el síndrome de los movimientos periódicos de las piernas; véase Diagnóstico diferencial) y el ECG. Un número de apneas/hipopneas por hora superior a 10 es anormal. Un número de apneas superior a 20 por hora se acompaña de un aumento de la mortalidad en estos pacientes, en su mayor parte debido a trastornos cardiovasculares. Un número de apneas por hora entre 10 y 20 se considera leve, entre 20 y 50, moderado y superior a 50, grave. Para valorar la gravedad del SAOS debe tenerse en cuenta además la duración de las apneas, el grado de desaturación de la oxihemoglobina que ocasionan y la sintomatología clínica.