DERMATOLOGÍA EN MEDICINA INTERNA
La piel cubre toda la superficie externa del organismo formando una capa protectora de unos dos metros cuadrados. Se trata de un material muy resistente que nos protege contra el viento y la lluvia, impide la entrada a los gérmenes, soporta golpes, nos ayuda a regular la temperatura corporal y nos transmite información acerca del mundo que nos rodea. También impide que perdamos el agua que constituye el 70 % de nuestro cuerpo. La piel es una cubierta fuerte y resistente que soporta tensiones y estirones que desgarrarían fácilmente a cualquier otro material.
En las zonas corporales expuestas a mayores roces es especialmente gruesa y dura: basta, por ejemplo, comparar la piel de la palma de la mano con la de la cara para notar las distintas texturas.
La piel está formada principalmente por dos capas, una externa llamada epidermis, y otra interna odermis. La epidermis consta de una membrana exterior formada por una proteína llamada queratina, que constituye la barrera protectora básica de la piel. La queratina también forma el pelo y las uñas. La superficie de la epidermis está compuesta por células muertas, que se desprenden constantemente al tiempo que son sustituidas por células nuevas, procedentes de las capas mas profundas. Está perdida es muy evidente en el caso de la piel del cráneo (cuero cabelludo) cuando se desprende caspa.