ACANTOSIS NIGRICANS
La acantosis nigricans se reconoce por el aspecto aterciopelado, verrugoso de color oscuro-amarronado de las axilas y otros pliegues cutáneos. Los nudillos de las manos aparecen, asimismo, finamente verrugosos, como resultado de la hipertrofia de las papilas, presente también en labios, región perianal y mucosas. El trastorno básico responsable de las lesiones cutáneas es el aumento de los pliegues epidérmicos sobre las papilas dérmicas hipertróficas con melanización e hiperqueratosis epidérmica.
Puede presentarse en la pubertad, en individuos con obesidad de tipo cushingoide, enfermedad hipotalámica mal definida, acromegalia, diabetes, insuficiencia suprarrenal, síndrome de Stein-Leventhal o procesos que afectan estructuras de la base del cerebro como la sarcoidosis.
La acantosis nigricans se asocia a insulinorresistencia. El tipo A aparece en mujeres jóvenes (12-14 años), con hirsutismo, virilización, ovarios poliquísticos y crecimiento acelerado sin alteraciones autoinmunes. El tipo B aparece en mujeres maduras (30-60 años) con alteraciones autoinmunes (anticuerpos antinucleares, anticuerpos anti-DNA), VSG acelerada, leucopenia, proteinuria y anticuerpos para los receptores de insulina. La hiperinsulinemia estimula los receptores para péptidos inductores del crecimiento celular, factores de crecimiento insulino-like y somatomedinas, responsables de la hiperplasia. Algunos medicamentos involucrados en la aparición de la acantosis nigricans son el dietilestilbestrol, los corticoides y el ácido nicotínico. Las formas hereditarias de carácter dominante irregular se presentan en la infancia o pubertad.
Las formas malignas de acantosis nigricans se ha postulado que serían debidas a una sustancia con actividad de factor de crecimiento epidérmico que es responsable del efecto proliferativo (a-TGF).
La acantosis nigricans maligna cursa con adenocarcinoma intrabdominal (gástrico) en el 64% de los casos. El restante 36% corresponde a otros adenocarcinomas intrabdominales o extrabdominales (páncreas, vías biliares, colon, recto, útero, ovario, esófago, pulmón, testículos, próstata, mama). La característica de estos tumores es su alto grado de malignidad y, por consiguiente, el pronóstico sombrío que implica el diagnóstico de acantosis nigricans. La dermatosis y el tumor aparecen simultáneamente en el 61% de los casos, cursando entonces de forma característicamente sincrónica: la exéresis tumoral determina la mejoría o desaparición temporal de las lesiones cutáneas y, a la inversa, la recidiva neoplásica se acompaña de un empeoramiento de la dermatosis. El cáncer precede a la acantosis en el 22% de los casos, y la dermatosis al cáncer en el 17%. En esta última circunstancia, una vez confirmado el diagnóstico de acantosis nigricans maligna, es necesaria la búsqueda exhaustiva del tumor interno.