NORMAS GENERALES DE AUXILIO EN LOS INTOXICADOS
Una intoxicación puede surgir en cualquier momento y lugar; puede producirse por multitud de alimentos, dependiendo de su estado de conservación o manipulación para su consumo; puede deberse a elementos vegetales, animales o agentes físicos, como los gases, etcétera..., pero todas tienen un denominador común en la víctima, y es la gran afectación de los aparatos digestivo, respiratorio y sistema nervioso, aparte de la idiosincrasia de cada elemento intoxicante prefiriendo distintos órganos del cuerpo.
En todos los casos debemos tener en cuenta una serie de normas que son generales para todo tipo de intoxicaciones.
En la mayoría de las ocasiones los familiares o la propia víctima suelen ser quienes nos informan de cuál fue la sustancia tóxica ingerida, pero también podemos carecer de esta información, lo cual complica grandemente el problema y nos obliga a una rápida interpretación de síntomas que presenta el enfermo.
El primero y más afectado de nuestros órganos suele ser el aparato digestivo, con lo cual el sujeto presenta desde los primeros instantes vómitos e incluso diarreas como esfuerzo del organismo para desembarazarse del veneno; puede ser debido también a que el veneno afecte a centros nerviosos reguladores del vómito, pero normalmente se debe a la reacción defensiva del aparato digestivo.
No debe pasarse por alto el examinar los productos vomitados, pues en la mayoría de las veces es francamente un dato orientador; así, los vómitos sanguinolentos pueden hacernos pensar en los ácidos y álcalis fuertes, como formol o cloro (lejía).
El "olor" del vómito, o el hacer que la víctima exhale su aliento en la cercanía de nuestra nariz, puede ser igualmente muy útil para poder identificar el tóxico, sobre todo cuando se trate de niños que por no saber expresarse o por temor al castigo no pueden o no quieren informarnos sobre lo ingerido. El olor a almendras amargas nos hará pensar en el ácido cianhídrico; no es corriente su intoxicación fuera de los laboratorios químicos o fotográficos, pero es preciso saber que, aparte de manipular la sustancia en estos laboratorios, podemos encontrarlo también en pequeñas cantidades en el agua de laurel de cerezo, en los huesos del melocotón, ciruela, cereza, pepitas de manzana y almendras amargas, y son estos productos los que pueden ocasionar intoxicaciones leves, en las cuales podemos actuar en la debida forma.
El olor a violetas es indicio de intoxicación por aceite de trementina, etc.
En cuanto al "color" del vómito podemos tener en cuenta que el vómito verdoso es propio de productos con sales de cobre, el color lechoso es propio de elementos con sales de bario, etcétera. Es importante, como más adelante veremos, que tomemos buena información de estos detalles de color y olor, pues pueden ser muy indicativos para el médico especialista que tenga que tratar al enfermo.
"En la piel", igualmente pueden observarse síntomas importantes; generalmente son diferentes erupciones de poca significación porque son normalmente el exponente externo de una toxialergia.
Pero también podemos observar una ictericia (color amarillo de piel y de ojos que nos informará de la participación del hígado, de sufrimiento hepático frente a distintas sustancias, como el fósforo, intoxicación por setas, arsénico, ácido bórico, etcétera.
El color de los labios nos puede indicar también qué tipo de veneno se puede haber ingerido. El color azulado (cianótico) nos induce a pensar en tóxicos que atacan el normal transporte de oxígeno a los más íntimos rincones del organismo. Son tóxicos del tipo de la naftalina, anilinas, clorato potásico, el óxido de carbono, gas, muy difundido por el uso de braseros, gas de alumbrado, gases de escape de motores, se fija en la hemoglobina con una afinidad doscientas veces superior a la del oxígeno, desplazando a éste de su transporte habitual y dando lugar a la cianosis o color azulado de labios y mucosas.
"La temperatura": La observación de la temperatura ante una persona intoxicada y que se encuentra en coma hace unas horas puede indicarnos qué tipo químico de veneno ha podido ser el causante. Así, tenemos que envenenamientos por sustancias del tipo del opio, ácidos y álcalis fuertes, piramidón, antipirina, hidrato de cloral y otras, cursan dando lugar a una bajada de temperatura (hipotermia). Temperatura rectal por debajo de 36º pueden hacemos intuir en cualquiera de este tipo de envenenamientos.
Por otra parte, tóxicos tan en boga actualmente como son los barbitúricos, cocaína, y especialmente la hiedra, dan lugar a subidas fuertes de la temperatura corporal (hipertermia).
"El pulso": Preparados de uso común en personas afectadas de trastornos cardiacos, como son los cardiotónicos (digital u otros similares), dan lugar a un descenso del ritmo cardiaco (bradicardia): pulso por debajo de sesenta pulsaciones por minuto. Por el contrario, la mayoría de los venenos o tóxicos cursan con cuadros de taquicardia (pulso por encima de noventa o cien pulsaciones por minuto).
"La respiración": Los trastornos de respiración son comunes a todas las intoxicaciones, al menos las graves. Pero nos sirve de orientación la respiración muy rápida (hiperpnea), que se instaura en principio por la intoxicación de salicilatos (aspirina), o bien la respiración profunda y lenta (bradipnea) de los barbitúricos y derivados del opio.
"Sistema nervioso": Por parte del sistema nervioso encontraremos siempre más o menos participación, ya que casi todos los venenos le afectan.
Son típicas las convulsiones en los venenos llamados convulsivantes, como los producidos por la estricnina. Más frecuentes son las parestesias (dolores en ráfagas o calambres, en pierna sobre todo), a que dan lugar tóxicos como el acónito, cornezuelo de centeno o insecticidas clorados del tipo de DDT y otros.
Parálisis de diversos tipos y mecanismos se pueden observar cuando la intoxicación no es aguda, sino que durante cierto tiempo podemos ir ingiriendo ciertos productos que se van acumulando y darán lugar a síntomas de intoxicación; es el caso de las almortas (latiriasis), cicuta (parálisis que comienza en los pies y va ascendiendo progresivamente, etc.).
"Los órganos de los sentidos": El examen de los órganos de los sentidos nos suministrará muchas veces datos interesantes; así tenemos que:
"La disminución de la audición" (hipoacusia), con zumbidos de oídos y vértigos, son típicos de las intoxicaciones por quinina, salicilatos y el aceite de quenopodio. "En la vista" los signos de intoxicación son muy típicos y llaman mucho la atención. En la intoxicación alcohólica la víctima nos puede decir que ve doble imagen, caso que ocurre asimismo en la intoxicación por nicotina (tabáquica).
La dilatación de la pupila (midriasis) se da en todos los envenenamientos por cocaína y barbitúricos; por el contrario, la pupila contraida, puntiforme (miosis), se da sólo en las intoxicaciones por insecticidas compuestos de fosfatos orgánicos (órgano fosfatados). No se debe confundir con personas que con tratamiento ocular usan gotas o pomadas oftálmicas, en las cuales el producto principal es la pilocarpina, que da lugar a una fuerte miosis.
"Las mucosas": Normalmente en contacto directo con el tóxico, puede ser su examen indicativo del veneno ingerido, ya que se manifiestan en ellas quemaduras o ulceraciones fáciles de descubrir cuando el tóxico es un álcali o un ácido.
En las encías, su inflamación es típica de las intoxicaciones crónicas del bismuto. De cualquier forma es muy frecuente ver alteraciones de la mucosa local en multitud de intoxicaciones, por lo cual su valor diagnóstico es mínimo; sólo las intoxicaciones crónicas o con signos típicos nos pueden encaminar al tóxico.
"Hemorragias": Ante toda víctima que presente un cuadro de hemorragias por nariz, boca, orina o heces debemos inmediatamente pensar en las intoxicaciones por raticidas, pues todas son sustancias "dicumarínicas", que actúan alterando la normal coagulación sanguínea y, como consecuencia, dando cuadros hemorrágicos muy graves.
"La orina": Puede ser igualmente que todo lo anterior indicativo del tóxico ingerido o acumulado, pero sus alteraciones son generales para la mayoría de los venenos, por lo cual su valor diagnóstico es mínimo. Sólo la falta de orina, típica de las intoxicaciones por mercurio o naftalina, nos pueden orientar. El color oscuro es típico de las intoxicaciones por fenol. El olor a violetas, de las bencinas.
El repaso de todo lo expuesto nos puede llevar a la conclusión de que, en líneas generales, salvo algunos síntomas muy típicos, el cuadro que presentan la mayoría de los envenenamientos es similar, por lo que hacer un diagnóstico cierto del tóxico requiere análisis y exploraciones largas de efectuar requieren tiempo, cuya pérdida puede suponer la muerte del sujeto. Así, muchas veces nos vemos obligados, por la premura y lejanía de centros médicos, a tomar medidas de índole general, como la eliminación del tóxico y tratamiento sintomático del cuadro, en tanto y cuanto se traslade a la víctima al centro médico.
Por tanto, nos ocuparemos ahora de las medidas urgentes ante toda víctima de intoxicación.
Primero y principal, ante cualquier envenenamiento o intoxicación, cualquiera que sea la vía de entrada y la naturaleza del veneno, la conducta que se debe adoptar es la siguiente:
a) Evitar la absorción del veneno lo antes posible.
b) Como hasta iniciar los primeros auxilios habrá transcurrido un tiempo, esto habrá sido motivo de absorción por parte del organismo, debiendo neutralizar con antídotos universales la parte que se ha absorbido.
c) Tratar los síntoma más urgentes que se manifiestan ya desde el comienzo de la intoxicación (cianosis lentitud de pulso, falta de respiración, etc. ).
¿Cómo evitar la absorción? La absorción de un tóxico puede hacerse por tres vías distintas. Cuando la absorción se realice por vía "oral", es decir, por ingestión de alimentos o productos tóxicos, las medidas a tomar serán el empleo de vomitivos, bien generales, que se emplean para todo tipo de veneno, o los específicos para cada tóxico cuando hay conocimiento de ello. Normalmente, en un principio nos será difícil conocer el causante del envenenamiento, sobre todo cuando se trate de niños, los cuales, o por desconocimiento o temor al castigo, no van a colaborar en la identificación del tóxico.
En una segunda etapa, y dentro del contexto hospitalario, se realizará el lavado gástrico para tratar de eliminar el tóxico en estómago y evitar la absorción.
Cuando han transcurrido unas horas de la ingesta lo más seguro es que el tóxico haya rebasado la barrera pilórica (salida del estómago), por lo menos alguna fracción del tóxico, debiendo procurar eliminarlo lo antes posible para dificultar la absorción intestinal. Está indicado, pues, en estos casos el uso de "purgantes", que salvo raras excepciones será siempre de tipo salino.
La segunda vía de entrada del tóxico puede ser "por inhalación"; en todos los casos la primera medida será colocar al sujeto en atmósfera libre de tóxico, para lo cual se le trasladará lo más rápidamente posible fuera del lugar de la intoxicación, o bien, cuando son varios y no se puede de inmediato sacarlos a todos, procurar abrir puertas y ventanas facilitando la entrada masiva de aire para luego ir trasladándolos ordenadamente.
Inmediatamente fuera del ambiente tóxico se procederá a practicarles respiración artificial "boca a boca" y "masaje cardíaco" a todos los que presenten síntomas de déficit de oxígeno o de shock (pulso blando, lento, respiración dificultosa, color azul de los labios, etc.). Lo idóneo en estos casos es hacerles inhalar oxígeno cuando lo tengamos a mano, pero mientras nos vienen auxilios especializados y procedemos al traslado lo indicado es lo antes dicho.
La tercera vía de penetración de un tóxico puede ser "por contacto", generalmente se presentan estos casos en personal de granjas o empresas dedicadas a fumigar grandes extensiones de terreno, o bien en aquellos otros que no toman las medidas de precaución debidas cuando se usan órganos fosforados, insecticidas o herbicidas. En caso de intoxicación por esta vía se procederá de la siguiente forma: quitarse la ropa manchada lo antes posible y se lavará perfectamente la piel con abundante agua y jabón; en casos especiales de productos químicos altamente tóxicos se emplea alcohol, gasolina, éter, etc., pero normalmente viene indicado en la etiqueta el producto que debe usarse para lavarse en caso de intoxicación por contacto.