NAVEGACIÓN AÉREA


Los trabajos de Paul Bert sobre la disminución parcial del oxígeno en las grandes alturas y la corrección de las alteraciones sufridas mediante la aplicación de este gas, han hecho que se desarrolle al máximo la navegación aerostática.
Desde el comienzo de Ios primeros ascensos en la atmósfera ha existido un miedo instintivo a elevarse e ella. Cuando se utilizaron Ios primeros globos inflados de hidrógeno aparecieron Ios primeros trastornos debido a la altitud, esto es, cuando la presión atmosférica descendió ostensiblemente al alcanzar alturas de 7.000 metros. La utilización del oxígeno permitió posteriormente que primero los aeronauta y después los aviadores consiguieran ascensiones de gran altura sin peligro, como también hizo posible que montañeros y alpinistas alcanzaran las cimas más altas de los Alpes y del Himalaya.
El protagonizar una hazaña de este tipo parece sólo propio de una élite de hombre, pero en el momento actual no es raro que personas no acostumbradas a grandes alturas nos encontremos en circunstancias parecidas y se nos manifiesten alteraciones respiratorias musculares y cardiacas debidas a la falta de presión atmosférica adecuada a nuestro organismo.
No es extraño que turistas y aficionados a las grandes alturas, que por primera vez llegan a lugares como Méjico, situado a una altura de 2.260 metros: a Bogotá. con 2.600 metros; al aeropuerto de la Paz, a 3.658 metros. o asciendan al Mont Blanc. con 4.810 metros, sufran alteraciones respiratorias, cardiacas y musculares por falta de acomodación y acostumbramiento necesario.
Todas estas alteraciones del normal fisiologismo orgánico se deben, como anteriormente se ha mencionado, a la presión parcial de oxígeno, disminuida en cuanto empieza a aumentar la altura, lo que determina, como consecuencia inmediata, una falta de oxígeno a nivel de los alvéolos pulmonares y una falta de concentración del mismo en la sangre arterial, "hemoglobina", Io que da lugar a la hipoxia.
Así pues, el descenso de la presión atmosférica y de la presión parcial del oxígeno en el aire inspirado en función de la altura, da lugar a alteraciones graves a nivel del sistema de transporte de oxígeno en nuestro organismo.
Cuando una persona se encuentra a una altitud de 5.000 metros, que es el límite del hábitat humano posible, tanto la presión atmosférica, que es de 405 milímetros de mercurio, como la porción parcial de oxígeno de 75 Torr., siguen siendo suficientes para que las reacciones oxidativas de respiración se desarrollen en óptimas condiciones. El descenso de estas cifras por aumento de altitud puede ser mortal si no se corrigen mediante un aumento de la presión parcial de oxígeno en el aire inspirado por aporte de oxígeno puro o bien por aumento de presión atmosférica al descender a altitudes inferiores.
Como es lógico, lo anteriormente descrito es para personas que no sufran una patología respiratoria que por sí sola determine hipoxia. Pues alteraciones como fibrosis pulmonar, anemia, con una tasa baja de hemoglobina, insuficiencia cardiaca, etc., hacen que los límites fisiológicos sean mucho más bajos.

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