LA DESINTOXICACIÓN
Los síntomas producidos por la suspensión de la droga en individuos considerados toxicómanos (enganchados) pueden manifestarse con mayor o menor intensidad aparente, si bien no constituyen en sí una amenaza para la vida del individuo tratado. Este proceso suele ser molesto, psíquicamente difícil y precisa la ayuda externa a la persona tratada.
Como la droga ha mantenido al individuo, durante mucho tiempo, en un estado de "anestesia al dolor físico", su falta provoca escasa tolerancia a las incomodidades y al dolor físico. Las causas que mueven a un individuo a iniciar la desintoxicación son normalmente ajenas a su voluntad, casi destrozada, bien la sobredosis detectada en un centro médico que alerta a su familia o la falta de recursos económicos para sufragar la adquisición de su vicio. El enfermo que sale de una intoxicación aguda suele ser un ente con problemas psicológicos y complejos sociales de culpabilidad o inadaptación que, sin la ayuda estrecha de personas cercanas, suelen conducirle de nuevo a la droga o al suicidio más directo, pero igual de efectivo.
Estos enfermos requieren una terapia especial, pues generalmente están resentidos y se muestran mentirosos e ingratos, a la par que sumisos y arrepentidos. Con harta frecuencia carecen de voluntad para mantenerse "limpios" y desgraciadamente nunca pueden considerarse totalmente "desenganchados". Las familias afectadas por el problema deben asumir la posibilidad de las recaídas y olvidar sin desesperación la curación total. Se abre una batalla continua en la que siempre habrá que mantener la alerta en todos los frentes.
El tratamiento médico del dolor, el insomnio, el nerviosismo y las enfermedades gastrointestinales que se presentan a las ocho, veinticuatro, setenta y dos horas de la última dosis, debe proseguirse hasta los cinco, seis o siete días sucesivos.
