HEROINA
Cuanto se diga de la heroína y sus efectos destructores será probablemente cierto en más de un 90 por 100 de los casos. El abuso o sobredosis conduce a trastornos graves y con frecuencia irreversibles, máxime cuando las sustancias adictivas o "adulterantes" pueden conjugarse con la propia droga o tener una capacidad letal superior a ella.
El adicto que se "pincha" una dosis de heroína introduce en el torrente sanguíneo, además de la propia y peligrosísima droga, talco, quinina, almidón, azúcar, celulosa, polvo de serrín, etc., sin mencionar los posibles hongos, bacterias y virus que pueden acompañar a la mezcla.
La sobredosis constituye una fase gravemente peligrosa para la vida del toxicómano. Cuando no se actúa rápidamente puede concluir irremediablemente con la muerte.
Los signos de sobredosis de heroína son inconfundibles para el experto: palidez, cianosis en labios y uñas, que adquieren un tinte amoratado, pupilas puntiformes (como cabezas de alfiler), falta de respiración, etc., que pueden afectar a la pérdida de pulso y ausencia de latidos cardiacos.
Ante un intoxicado con estos síntomas, lo más urgente es mantener libres las vías aéreas, siguiendo el método de reanimación "boca a boca" mientras llega el médico o se traslada al enfermo a un centro hospitalario. Si el cuadro no es tan agudo que haya producido el coma, es fundamental que los intoxicados por sobredosis permanezcan "despiertos" con atenciones continuas de amigos o familiares que conozcan las técnicas de reanimación, pues aun estando aparentemente bien de respiración y pulso, pueden tener una recaída y morir de un fallo cardiaco. Por ello se le debe hacer caminar en la calle o por la vivienda abriendo las ventanas, propinarle bofetadas que impidan su entrada en el sueño inconsciente, aplicar hielo en las partes más sensibles o mortificar zonas delicadas a fin de evitar a toda costa que caigan inconscientes. Otros métodos nada ortodoxos, como inyectar leche en vena para contrarrestar el efecto de la droga o pinchar soluciones salinas en la espalda muy utilizados entre los grupos de toxicómanos habituales, no hacen otra cosa que complicar el cuadro y frecuentemente conducir inexorablemente a la muerte.