FACTORES PSICOLÓGICOS DE LA CONDUCCIÓN
El conductor de un automóvil, sentado ante el volante, se enfrenta a una serie de problemas, en ocasiones de difícil solución, que por la carencia de hábito en el manejo o falta de preparación llegan a producir una alteración de su estado psíquico.
Las normas rígidas que reglamentan el tráfico rodado, las incidencias en fechas y horas "punta" de circulación de automóviles, las señalizaciones... y, por otra parte, el comportamiento de los ocupantes, deseosos de llegar al punto de destino hacen que los accidentes de tráfico se deban esencialmente a dos grandes conjuntos causales: fallos mecánicos de los vehículos y errores humanos.
El análisis de las estadísticas de accidentes de tráfico permite adivinar que la relación entre el número de siniestros y el de vehículos en circulación es prácticamente constante desde hace cuarenta años, lo que parece indicar que los fallos humanos son la causa más frecuente de accidentes y por ello el conductor, considerado en su conjunto, es cada vez más peligroso.
En la mayoría de los países desarrollados el número de vehículos ha crecido espectacularmente a mayor ritmo que los espacios (carreteras) a ellos destinados, originando problemas de congestión en la circulación rodada, tapones y aglomeraciones que afectan a los "nervios" de los usuarios.
Se acepta que la motivación de los accidentes es múltiple y deben concurrir varias de las causas apuntadas y otras más, pero todas las estadísticas coinciden en que el fallo y el estado psicológico del conductor están presentes en el 90 por 100 de alcances y siniestros.
Las causas humanas que pueden favorecer la propensión a un accidente de forma directa o indirecta son innumerables, pero de forma general puede englobarse en:
a) Enfermedades transitorias. -Como las producidas por fármacos no empleados sino en circunstancias infrecuentes: tranquilizantes, antiálgicos, antihistamínicos, etc.
b) Enfermedades permanentes. -Que van produciendo un deterioro paulatino del paciente, incapacitándole técnicamente para esfuerzos prolongados: colesterina elevada, hipertensión, diabetes, transtornos coronarios, etc.
c) Estados psicológicos no habituales. -Entre estos estados psicológicos que se consideran "favorecedores" de accidentes hemos de citar la agresividad traducida en competición, intolerancia, falta de respeto y provocación a los otros conductores, consecuencia a menudo de una descarga de tensiones acumuladas en la vida diaria, en el trabajo, en la familia y potenciada por el "anonimato del automóvil" y la sensación de dominio y poder sobre un ingenio mecánico capaz de superar velocidades de vértigo a una orgen muscular del individuo.