CUADRO CLÁSICO O HABITUAL
El cuadro más común y clásico de la gripe se caracteriza por fiebre alta, que comienza bruscamente. En unas horas el sujeto se encuentra bien por la mañana y a la caída de la tarde presenta un cuadro febril de 39° y más, siente grandes escalofríos, dolor de todo el cuerpo, especialmente del sistema muscular; algunos lo describen diciendo que tienen "agujetas" por todo el cuerpo, calambres en las piernas y brazos, fuerte dolor de cabeza que se agudiza al más mínimo movimiento y, en definitiva, cuadro de malestar general, con gran decaimiento.
Localmente, el enfermo suele quejarse de dolor de garganta e incluso presentar ruidos bronquiales. Hay, con frecuencia, irritación de ojos y destilación nasal del tipo de "coriza" (moja el pañuelo, pero no lo mancha).
El proceso evoluciona rápidamente, y el reposo y los antipiréticos (medicamentos que bajan la fiebre) suelen disminuir la "calentura" rápidamente, pero no hacen desaparecer el cuadro de malestar y decaimiento general. De cualquier forma, la gravedad del cuadro varía en función del tipo de virus y en función de la edad del paciente.
Se admite que, de forma general, la gripe producida por el virus "B" es menos grave que la provocada por la forma "A". El virus "B" ataca normalmente a los niños y adolescentes y provoca en ellos afecciones benignas que son más frecuentes al final del invierno. El contagio es más habitual y la enfermedad puede adquirir gran difusión, afectando también a personas de edad avanzada, pero no tiene la gravedad de las gripes producidas por el virus "A".
La gripe por virus "A" se transmite más fácilmente y, por tanto, presenta un carácter epidémico más grave, apareciendo todos los años generalmente en la misma época estacional, normalmente a mediados de otoño.
