AUXILIAR EN ACCIDENTE DOMÉSTICO
Todos los accidentes que se producen en casa, cualquiera que sea su causa, se definen como domésticos. A pesar de las numerosas campañas de prevención, los accidentes domésticos ocupan el tercer lugar entre las causas de lesiones graves, después de los accidentes de circulación y los laborales. Las víctimas son sobre todo los niños, seguidos de las mujeres y de las personas mayores.
Ante cualquier accidente, siempre deben aplicarse dos reglas: eliminar su causa y, al intervenir, no poner nunca en peligro la propia vida.
Tres son las situaciones que se dan con mayor frecuencia en un accidente doméstico.
En la primera, la causa ha agotado su potencial de peligro en el momento en que se ha producido el accidente: es el caso de la caída de un objeto en equilibrio, de una herida provocada por el uso torpe de un cuchillo, etc., situaciones que no conllevan ningún riesgo para el socorrista. Sin embargo, existen algunos casos en los que es necesario liberar a la víctima, por ejemplo cuando está aprisionada debajo de muebles u objetos amontonados. Menos frecuente, pero muy difícil de afrontar, es el problema de sacar a una víctima que ha quedado aprisionada entre dos puertas eléctricas no provistas de sistema de seguridad: ante todo se deben encontrar los mandos y accionarlos en la dirección correcta.
La segunda situación es aquella en que entra en juego la electricidad y el peligro está en un cable pelado, un aparato mal utilizado o mal aislado, o cualquier otro defecto de la instalación eléctrica. Antes de acercarse a la víctima, el socorrista deberá realizar las siguientes operaciones:
1- quitar la corriente desconectando el contador;
2- desconectar el aparato responsable del accidente;
3- alejar a la víctima del aparato o del cable descubierto.
El comportamiento del socorrista tiene que ser el mismo en caso de accidente causados por aparatos de motor, como por ejemplo cortacéspedes o sierras, cuyo funcionamiento debe interrumpirse apagando el aparato; el socorrista ha de intervenir lo antes posible para evitar que la máquina, ya fuera de control, provoque más heridas.
La tercera situación es aquella en que el aire se ha vuelto irrespirable. Puede tratarse de gases tóxicos liberados por un producto para el bricolage o de sustancias utilizadas para el mantenimiento o la limpieza de la casa, o de una fuga de gas o de monóxido de carbono liberado por una combustión incompleta en un ambiente cerrado. En estos casos hay que mover a las víctimas sin que los socorristas respiren el aire viciado.
Con este fin, lo primero que debe hacerse es neutralizar la fuente de la contaminación (bombona de gas o caldera, recipientes de productos químicos) y ventilar el ambiente abriendo de inmediato todas las puertas y ventanas. Además de ser importante para la seguridad de todo el mundo, esta intervención evita el riesgo de una explosión.
El socorrista puede actuar conteniendo el aliento y volver a respirar asomándose a una ventana o bien a un balcón. En una segunda fase, el socorrista traslada a la víctima fuera de la habitación, a una zona de seguridad, en espera de la ayuda médica.
Existen muchos otros accidentes domésticos, como las intoxicaciones, las quemaduras en la cocina, las heridas, los traumatismos y las fracturas de diversa naturaleza. Estos accidentes no suelen requerir precauciones particulares para el auxilio de los heridos.