PRUEBAS DE LABORATORIO
En el estudio de un paciente hipertenso se deben cumplir tres objetivos: a) valorar la repercusión sistémica de su hipertensión en diferentes órganos (cerebro, corazón, riñón); b) examinar los factores de riesgo cardiovascular asociados, y c) investigar la existencia de formas potencialmente curables (hipertensión secundaria) en los pacientes en los que ésta sea más probable.
Los estudios básicos deben comprender: funcionalismo renal (BUN y/o creatinina en plasma), proteinuria y sedimento, así como un ionograma en plasma. La cifra de potasemia orienta sobre la existencia de un hipermineralcorticismo y constituye un punto de partida para un posterior tratamiento diurético. Una glucemia y una uricemia elevadas indican la existencia de enfermedades asociadas que aumentan el riesgo cardiovascular y son también un punto de referencia para un ulterior tratamiento antihipertensivo.
Puede hallarse hiperglucemia en el hiperaldosteronismo primario, el síndrome de Cushing y el feocromocitoma. La cifra de colesterol y triglicéridos sirve para identificar factores de riesgo en el desarrollo de arteriosclerosis. Un hematócrito bajo orienta hacia una insuficiencia renal o, en caso de poliglobulia, hacia un feocromocitoma.
Los estudios especiales para el diagnóstico de las hipertensiones secundarias se describirán en los correspondientes apartados. No obstante, se ha de sospechar su existencia en los siguientes casos: a) hipertensión que se inicia antes de los 30 años (en particular mujeres) y después de los 50 (sobre todo varones); b) niveles de presión arterial diastólica superiores a 120 mmHg; c) lesión orgánica importante: fondo de ojo (retinopatía hipertensiva grados III-IV), creatinina en plasma superior a 1,5 mg/dL e inferior a 3 mg/dL, cardiomegalia, proteinuria, etc., en una hipertensión de descubrimiento reciente; d) datos orientativos de hipertensión secundaria, como hipopotasemia, soplo abdominal o lumbar, gran ateromatosis en extremidades inferiores, historia familiar de nefropatía, asociación de cefalalgias, palpitaciones y sudación, etc., y e) presión arterial diastólica superior a 100 mmHg con dosis adecuadas de tres fármacos antihipertensivos complementarios.
Una historia de cefalalgias, palpitaciones, estrés de ansiedad, sudación brusca y pérdida de peso obliga a determinaciones de catecolaminas, y el hallazgo de masas abdominales palpables, a la práctica de una ecografía abdominal para descartar una poliquistosis. Con cifras de creatinina o BUN elevadas, proteinuria positiva y/o microhematuria debe sospecharse una nefropatía.