ARRITMIAS
Pueden asociarse, o no, a enfermedad cardíaca.
Las más comunes, y que a menudo se manifiestan en forma de palpitaciones, son: las extrasístoles, la taquicardia paroxística auricular y la fibrilación auricular. Las extrasístoles se expresan con frecuencia por una sensación de sobresalto, de falta de un latido o bien por la presencia de un latido sobreañadido.
La sensación de sobresalto no se debe a la extrasístole en sí misma, sino al latido siguiente, el cual, se ejecuta con mayor vigor para expulsar un volumen de sangre también mayor, y tanto más cuanto más larga sea la pausa entre la extrasístole y el latido siguiente. La taquicardia paroxística auricular empieza y acaba con una palpitación súbita que el paciente puede advertir por sus características de ritmo regular y rápida frecuencia de los latidos (a veces acompañado por poliuria); la palpitación que corresponde a la fibrilación auricular suele ser irregular y en general rápida.
Dado que rara vez las palpitaciones están presentes en el momento de interrogar al paciente, a menudo resulta de gran valor indicarle que realice un esfuerzo, cambios posturales u otras maniobras que él sabe pueden desencadenarlas.
Si así no se reproducen, la clave del diagnóstico reside a menudo en que el enfermo imite, golpeando con un dedo sobre la mesa, la frecuencia aproximada y el ritmo de la palpitación; con este simple método es posible a veces identificar no sólo las extrasístoles aisladas, sino también una taquicardia paroxística auricular o una fibrilación auricular. Un registro continuo del ritmo cardíaco, por ejemplo durante 12-24 h, con el método Holter (mientras el paciente realiza su actividad habitual), puede ser de ayuda en el diagnóstico del tipo de arritmia, cuando ésta no se haya podido establecer por otros medios.