LOS GESTOS FACIALES
Como los músculos faciales tienen sus inserciones en la piel, cualquier contracción de los mismos producirá un movimiento en la piel. Esta característica le otorga al ser humano la capacidad de comunicarse con los demás a través de la utilización de estos músculos tan peculiares. Durante la sonrisa el elevador del labio superior lo levanta, mientras que los cigomáticos mayor y menor y el risorio tiran del ángulo de la boca y de las comisuras de los labios hacia arriba y hacia los lados. Cuando nos enfadamos, el músculo frontal y el superciliar arrugan la frente, el nasal ensancha las aletas y el orbicular de los párpados estrecha el ojo.
Como vemos, la función de los músculos está directamente relacionada con su situación anatómica: los músculos faciales o de la cara tienen que ver con la expresión facial, pero también con los movimientos del habla y la masticación; los extrínsecos e intrínsecos del ojo permiten los movimientos de los globos oculares, mientras que los profundos del tórax o intercostales, unen las costillas y se contraen y relajan durante la respiración; los del abdomen se disponen en hojas superpuestas y protegen a los órganos abdominales. La contracción de estos últimos comprime el contenido abdominal y ayudan durante la micción, la defecación, el vómito y el parto. La función de los músculos de la mano consiste en proporcionar movimientos finos para la manipulación y la de los músculos de los brazos consisten en mover la mano y la muñeca. Los de la espalda tienen como misión mantener la postura, función que, además de los movimientos para la marcha, también tienen los músculos de las extremidades inferiores.