VALOR AFECTIVO DE LOS ALIMENTOS
Cada alimento posee un valor afectivo, positivo o negativo, y un valor simbólico. El valor afectivo se relaciona con las primeras experiencias familiares y sociales. Desde el primer año de vida, el niño rechaza o acepta lo que la madre le ofrece, en función de que quiera o no oponerse a ella. Con el paso de los años, se crean distinciones entre alimentos apreciados y otros rechazados, con los que se relaciona un recuerdo, un período de la vida o una persona, o que son a veces el resultado de tensiones (por ejemplo, en el ámbito de una pareja: Mi madre cocinaba mejor) o de malestares (es el caso de las personas mayores internadas en un asilo u hospital: Nunca será como lo que se come en casa). La carne es símbolo de fuerza y agresividad, mientras que la fruta y la verdura tienen más bien una caracterización no violenta. El azúcar se asocia a menudo con el placer, la generosidad y la recompensa. El pan y, desde hace unas décadas, la carne representan el trabajo, el esfuerzo y el dinero ganado. Por su parte, el alcohol constituye el símbolo de la fiesta, como atestiguan los vinos de calidad y el champán de las grandes ocasiones. El pan y el vino, elementos básicos de nuestra cultura, son también los más poderosos símbolos religiosos de la sociedad cristiana, ya que representan el cuerpo y la sangre de Cristo.