LESIONES FRECUENTES EN MIEMBROS
ando disfrutamos de la naturaleza en la multitud de facetas que pone a nuestro alcance, no cabe duda de que la parte de nuestra anatomía que más cuidados va a requerir, por la necesidad que tenemos de ella para desplazarnos, van a ser las extremidades inferiores. En las praderas, en las montañas, en cualquier biotopo de nuestra naturaleza, el vehículo de nuestros desplazamientos van a ser los pies.
El cuidado especial de ellos nos permitirá que los movimientos en la campiña no se vean interrumpidos por cualesquiera de las múltiples contingencias que nos puede deparar una escalada, una excursión por el monte alto o una andadura por lugares arenosos.
La precaución de calzarnos con dos pares de calcetines, primero unos de algodón fino y de nuestra justa talla, para que no nos hagan arrugas y laceren los pies, con su función asimismo de absorber el sudor, seguido de unos de lana para amortiguar el rozamiento de la piel al calzado, es primordial para cuando la convivencia con la naturaleza sea marcadamente de marcha.
El elegir el calzado adecuado para cada tipo de ejercicio, calzado que previamente ha sido usado en marchas cortas para adaptarlo a nuestros pies, es otra de las múltiples precauciones que se deben adoptar para finalizar con éxito un ejercicio, una acampada montañera o cualquier acto deportivo al aire libre y en el cual los pies sean su motor principal.
Pero los dedos de los pies, aun a pesar de ir calzados con las botas adecuadas y protegidos con gruesos calcetines, se pueden lesionar por un tropezón o al recibir un golpe fuerte por objetos de peso. Normalmente no encierran ningún peligro los traumatismos de esta zona. Son luxaciones las lesiones más frecuentes y se pueden corregir con habilidad y destreza.
Si un dedo se encuentra torcido o está deformado se "tracciona" en línea recta y escucharemos el "chasquido clásico" que indica que el dedo se ha colocado en su sitio.
La segunda parte consiste en inmovilizarlo. La mejor tablilla siempre para inmovilizar un dedo "es el dedo adyacente", al cual se unirá mediante dos tiras de esparadrapo. Previamente, entre ambos dedos hemos colocado gasa o tela suave para que absorba el sudor entre ambos dedos.
Otro problema distinto en el pie pueden ser las fracturas de los huesos propios del pie: los metatarsianos y las cuñas. No es probable ni fácil su rotura, pero una pisada de animal de carga o la caída sobre el dorso del pie de objetos pesados o contundentes, como una piedra al efectuar una escalada, el plantillazo, etc., sí da lugar a fuerte dolorimiento, pues esta parte del pie es muy vulnerable, dado que sólo está cubierta por la piel, se encuentran vasos, tendones y nervios que, lesionados, van a producir un dolor lacerante e incapacitante. Si el individuo puede mantenerse en pie, aun cojeando, lo más probable es que no exista fractura y el vendaje compresivo y la bota fuertemente sujeta puedan de momento solucionar el problema.