LA INVALIDEZ PERMANENTE DE MIEMBROS


En estas personas es fundamental considerar el vigor muscular, la motilidad y la estabilidad articular para valorar su capacidad de conducción.
Cada caso debe de ser considerado particularmente, pues cada cual tiene unas características propias a la hora de desarrollar la conducción.
Lógicamente este tipo de conductores no debe estar sometido a jornadas duras de conducción, como a subir y bajar del vehículo con cierta continuidad. Son, pues, conductores aptos para vehículos privados y siempre que puedan, a pesar de sus prótesis, girar totalmente el volante, aplicar los frenos y manejar los demás controles. Los vehículos manejados por este tipo de personas son especialmente preparados para suplir sus deficiencias en los miembros.
Entre las "enfermedades mentales", una bastante conocida y frecuente es la "epilepsia"; pues bien, si el enfermo médicamente está bien controlado y lleva más de un año sin ataques, puede conducir vehículos, siempre y cuando la conducción no produzca un cansancio y stress grande para el sujeto, como es cuando se conduce con un tráfico muy recargado, cuando se hace de noche y son los estímulos luminosos los que pueden desencadenar un ataque.
Como recapitulación final de los problemas que inciden en la conducción con motivo de las enfermedades se ha de considerar los efectos propios y los efectos colaterales que las medicaciones motivan en el individuo y que no siempre son previsibles.
El uso de tranquilizantes está muy extendido; no deben actuar como sedantes, pero es un hecho conocido que así sucede en muchos individuos. Estos efectos son pasajeros, pues cuando el sujeto se acostumbra en unos días pasa el efecto sedante, por lo cual el suspender la conducción durante esta época es lo adecuado.
El uso de sedantes puros para combatir el insomnio supone tener un "embotamiento" de mente a la mañana siguiente, pues los efectos sedantes se mantienen por lo menos durante catorce horas; esta situación supone el suspender la conducción hasta que pasen sus efectos.
Los medicamentos estimulantes, como son el uso de anfetaminas o cafeínas para combatir el cansancio, pueden producir cefaleas, mareos, agitación, irritabilidad, estados no deseables para un conductor, pero su mayor peligrosidad radica en que pasado su efecto estimulante se cae en un cansancio o hipotensión mayor que el inicial, con el consiguiente peligro para la conducción.
No sólo las medicaciones sedantes, tranquilizantes o estimulantes pueden alterar el estado psíquico y orgánico del individuo; hay medicaciones, como antihistamínicos, antitusígenos, antigotosos o antibacterianos, cuyo uso es normal en el tratamiento de catarros alérgicos, gota o artritis, que producen igualmente mareos, vómitos, depresión, excitación, estados no deseables para una buena conducción.
Por tanto las personas que toman estos medicamentos deben valorar por sí mismos su estado para la conducción, pues su personalidad y habilidad para manejar automóviles es la mejor garantía de su estado psicológico.
Los médicos no podemos predecir qué efecto colateral o secundario pueden tener estas medicaciones, pues la idiosincrasia de cada individuo es distinta en cada caso particular.

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