EFECTOS DE LOS GASES INHALADOS
Al bucear con escafandra autónoma los gases respirados, por estar "embotellados" a altas presiones, pueden producir efectos tóxicos sobre los pulmones y el cerebro del submarinista.
El oxígeno es tóxico cuando la presión parcial en sangre supera dos bar, correspondientes aproximadamente a noventa metros de profundidad, lo que hace, en la práctica, que no debamos preocuparnos al no alcanzar normalmente tal inmersión con equipos no especializados.
El anhídrido carbónico que exhalamos como producto de desecho de la respiración es tolerable hasta el 0,8 por 100, pero este porcentaje llega a cubrirse con rapidez si por efecto del miedo, de mascarilla mal ajustada u otras causas la respiración se hace jadeante y atropellada.
El nitrógeno está considerado como responsable de la "borrachera de las profundidades", denominada así por producir al que la padece una sensación de falso bienestar semejante al causado por la intoxicación etílica (borrachera alcohólica). Si el buceador afectado pierde la sensación de peligro real puede cometer auténticas locuras e incluso quitarse el tubo de la respiración y provocar su asfixia. Esta intoxicación por nitrógeno puede presentarse a partir de los treinta metros y su aparición se relaciona con la fatiga, el cansancio y el aumento de anhídrido carbónico por encima de los niveles normales.
La única manera de evita esta "borrachera del buceador" consiste en iniciar el ascenso apenas se manifieste los primeros síntomas y mejor aún, ayudados por lo restantes compañeros de grupo.
Asimismo el nitrógeno también puede ser causante de la enfermedad "embólica" provocada por una descompresión rápida. Cuando el buceador está a gran profundidad, el nitrógeno se encuentra muy comprimido en la sangre; si se asciende demasiado rápidamente, sin tiempos de descompresión gradual, el gas forma burbujas dentro de los vasos sanguíneos, llegando a provocar "embolia gaseosa" del deportista. El tratamiento consiste en trasladar al accidentado lo más rápidamente posible hasta un centro médico especializado que disponga de una cámara de descompresión gradual.
La prevención se basa en respetar las "tablas de buceo" que indican la velocidad de subida hacia la superficie y el tiempo mínimo de parada en cada nivel de ascensión. Además hay que cuidar y preparar los descensos con descansos obligados, al menos doce horas, antes de cada inmersión. Realizar una alimentación equilibrada y correcta, descansar entre cada sesión de buceo y efectuar éstas en grupo, con equipo de asistencia en superficie, son algunas de las precauciones obligadas para disfrutar de ese incomparable panorama de la vida submarina.