CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
El nivel de ruidos aceptables por el oído humano varía según una escala denominada de "intensidad fisiológica", en la cual se toma como unidad el decibelio. Esta escala adopta una fórmula logarítmica de la relación entre la intensidad del sonido y la mínima intensidad audible. Un aumento del "nivel del ruido" llega a producir en las personas una auténtica sensación de dolor. Esta medida en decibelios ronda los 120.
Si tenemos en cuenta que el murmullo de las hojas de los árboles movidas por una brisa ligera está alrededor de los 10 a 15 decibelios y el plácido rumor del agua de un arroyo raramente sobrepasa los 20 dB., fácilmente podemos comparar este nivel sonoro con el del tráfico de una ciudad populosa (cerca de 80 dB.) o con los de otros ruidos más "agresivos", frecuentes en las grandes urbes.
Pues bien, esta saturación sonora, muy por encima de la existente en áreas rurales, supone en gran cantidad de ocasiones un auténtico impacto ambiental más o menos drásticamente acusado por las personas que lo sufren.
Haciendo abstracción de la superación del umbral doloroso, por encima de 120 dB., recientes estudios parecen demostrar que la contaminación auditiva puede favorecer enfermedades nerviosas, desequilibrios psíquicos y desencadenar comportamientos antisociales y agresivos en ciertos individuos a ellos expuestos.
Sin ir tan lejos, el merecido descanso que diariamente precisa todo ser humano se ve trastornado con los ruidos de las grandes ciudades, la "transparencia sónica" de los muros de separación de las viviendas de apartamentos, el sonsonete repetido de la maquinaria, etc., son factores desestabilizadores de la salud, si no orgánica, tal vez psicológica, de los seres humanos. No hace falta recordar uno de los sistemas de tortura más divulgados por los filmes de espionaje y temas bélicos, cuya fundamento se apoya en la ruptura del equilibrio psicológico de la víctima, sometiéndola simplemente a un aislamiento en completo silencio, roto sola y despiadadamente por el repiqueteo constante de una gota de agua que incesantemente golpea rítmicamente sobre una superficie adecuada.
El "stress" auditivo está siendo considerado modernamente por las autoridades sanitarias de numerosos países, que tienden a reducir este tipo de contaminación.