CLASES DE HERIDAS
Según sea el agente que produce la lesión las heridas pueden ir de una simple excoriación, que no rompe la continuidad de la piel ni afecta a vasos o nervios, a la más grave, como suelen ser las producidas por armas de fuego.
Las podemos clasificar como sigue:
a) Simples o superficiales, afectan a las dos capas de la piel (dermis y epidermis).
b) Complicadas o profundas cuando afectan a vasos, nervios, músculos y tendones.
c) Penetrantes cuando el agente causante llega a una cavidad del organismo (abdomen o tórax).
Según actúe el agente causante pueden ser:
1.° Heridas incisas
Son las producidas por clavos, astillas de madera, alambres, palos, etc.; son fácilmente reconocibles, pues la forma de romper la piel, un ojal o puntura nos indica claramente el objeto causante. Normalmente sangran poco hacia el exterior, pues los bordes de la herida se cierran al retirar el objeto agresor, pero si son profundas pueden dar lugar a hemorragias internas al romper vasos importantes. Son heridas complicadas, pues generalmente se infectan, dado que al no sangrar hacia el exterior no "lavan" de dentro a fuera la herida, quedando algunas veces restos de elementos que acompañaban al objeto punzante.
Este tipo de heridas son las que generalmente denominamos "tetatógenas", pues son heridas profundas y de pequeño calibre; no dejan pasar el oxígeno a su interior y esto da lugar a un clima idóneo para que el bacilo tetánico se desarrolle óptimamente.
Los agentes causales, como se ha indicado anteriormente, son generalmente clavos, alambres, o astillas, objetos todos ellos en contacto con el suelo u oxidados, lo cual aumenta el riesgo de un tétanos.
Su tratamiento inmediato debe de encaminarse a evitar la infección lo antes posible, para lo cual debemos proceder de la siguiente forma:
1.° Hacer sangrar abundantemente la herida, si no sangra por sí misma; masajear la zona afectada con fuerza y dar lugar a un fuerte enrojecimiento de los alrededores, con lo cual hacemos llegar sangre arterial oxigenada al punto de la lesión.
2.º Lavar abundantemente con agua, jabón o todo si son heridas en manos o pies.
3.° Aplicar al "chorro" agua oxigenada, procurando abrir los labios de la herida para que penetre en profundidad.
4.º No deben de suturarse, no se aplicará ni punto de seda ni agrafe (laña); por su pequeño diámetro suelen cerrar solas y no precisan de ninguna otra maniobra quirúrgica.
5.° Se aplicará un desinfectante del tipo de mercromina o mertiolate y se cubrirá la zona con una tirita, dejando ventilación en la herida para que pase oxígeno.
6.º Es preciso conocer el estado inmunológico de la víctima en cuanto al estado de su vacunación antitetánica. Si es correcta y se piensa que puede ser herida tetanógena, como precaución puede aplicarse una gammaglobulina antitetánica. Si no está vacunado debe de advertirse al médico en un período no superior a las veinticuatro horas.
2.º Heridas cortantes
Estas heridas se producen generalmente por objetos cortantes, como vidrios, cuchillos, navajas, al ser manejados con descuido y deslizarse por la piel; hacen bordes muy limpios al romper la piel y sangran muy abundantemente. Su importancia viene en función de la profundidad más que de su extensión.
Generalmente se producen estos accidentes en las manos, al tratar de triturar o cortar alimentos o al tratar de abrir latas de conservas, con lo cual la profundidad del corte puede lesionar tendones o vasos importantes en la función de "garra" de la mano o dedos. Ante una herida de estas características en la mano o dedos lo fundamental es conocer si nos ha afectado al movimiento de la zona, para lo cual procederemos de la siguiente forma:
a) La herida ha sido en el dorso de un dedo de la mano (parte de arriba); por el dorso transcurren los tendones extensores de los dedos; si podemos extender o elevar el dedo es señal de que no se ha lesionado el tendón, lo cual simplifica el tratamiento. Si no podemos elevarlo, sino que se cierra hacia la palma, es signo inequívoco de que el tendón extensor está lesionado y de inmediato debe de evacuarse al herido a un centro médico para proceder a su tratamiento y sutura.
b) La herida se ha producido en la palma de la mano o de los dedos; por ella transcurren los tendones "flexores" de los dedos, los que cierran la mano.
Si producida la herida no podemos "cerrar" el dedo, es igualmente significativo en cuanto a su lesión, procediendo de idéntica manera; traslado al centro médico.
c) Una herida muy frecuente hoy día es la producida al tratar de abrir ciertas latas de conserva, para lo cual se utiliza una "anilla metálica" que arrastra la tapa de la lata.
Normalmente se produce por no colocar las manos de forma adecuada y sus cortes son verdaderamente profundos, aunque la región que afecta "región tenar de la mano" (parte más carnosa del dedo gordo de la mano o pulgar), es zona muscular y los tendones del dedo pulgar son profundos, pero sí dejan los cortes en esta parte de la mano que unen los dedos pulgar e índice (región interdigital) unas heridas profundas que pueden ser motivo de entrada a una serie de infecciones muy peligrosas en la posterior función de la mano.
Por ello este tipo de heridas cortantes debe ser visto inmediatamente por un médico para su tratamiento adecuado.
El tratamiento general de estas heridas, cuando no ha habido lesión tendinosa, es como el de las heridas punzantes en cuanto al lavado; si no son muy extensas cicatrizan solas, sin necesidad de sutura, y si es necesario aproximar sus bordes para una más rápida cicatrización podemos hacerlo con "agrafes" (lañas) o bien con un esparadrapo cortado en forma de mariposa, que unirá los bordes, dejando airearse la herida para su mejor cicatrización.
Son lesiones que a los cuatro o seis días han cicatrizado y dejan una señal lineal no muy antiestética.
No suelen infectarse, pues sangran abundantemente y, como anteriormente se ha dicho, toda herida que sangra con profusión, lava de dentro a fuera y evita posteriores infecciones, al no dejar restos dentro de la lesión.
La hemorragia en este tipo de lesiones aun siendo muy beneficiosa, debe de cohibirse, lo cual podemos hacerlo o bien por compresión mediante vendaje opresivo o bien simplemente elevando la mano por encima de la cabeza, manteniéndola en esta postura durante cinco o diez minutos, tiempo suficiente para favorecer el proceso de coagulación fisiológica del individuo.
3.° Heridas inciso-cortantes
Son las que normalmente se producen con cuchillos de monte, navajas, estiletes u otros objetos provistos de punta y corte.
Las características de este tipo de lesiones son las mismas que las apuntadas para las dos anteriores, siendo igualmente el tratamiento a seguir si no hay complicaciones de tendones o de vasos importantes, lo cual implicaría el traslado inmediato al centro apropiado.
4.° Heridas contusas
Al construir un hornillo de piedras para nuestros menesteres culinarios en el campo, al ir a saltar una cerca o simplemente al clavar una pica para nuestra tienda de campaña podemos ser víctimas de estas heridas contusas.
Son las producidas por objetos contundentes, martillo, piedra, madero, etc., que al caer comprimen violentamente las partes blandas de los dedos de la mano contra los huesos propios de la región afectada y otro plano duro.
Son las clásicas contusiones, pero con la piel abierta de forma irregular, de bordes separados y festoneados, es decir, "reventada la región".
Por motivo del traumatismo sangran poco, pues los vasos están machacados en sus bocas y no dejan sangrar. Son heridas que se infectan fácilmente, pues los tejidos están muy deteriorados y en su fondo generalmente guardan restos del objeto causa del accidente o bien tejidos muertos.
Normalmente cicatrizan por "segunda intención", al no poder suturar sus bordes festoneados y lacerados.
Al tener que cicatrizar de "dentro a fuera", es decir, creando tejido nuevo para cubrir la falta de piel, dejan cicatrices antiestéticas y algunas veces motivo de retracción (el dedo se queda flexionado hacia la palma de la mano).
El tratamiento, como en las heridas anteriormente mencionadas, consistirá en lavado abundante con agua y jabón, desinfección con mercromina o similar y proteger con un vendaje adecuado.
En este tipo de lesiones no es extraño que por motivo del golpe o fuerte traumatismo en principio se vea comprometida la movilidad del dedo o mano; si pasadas unas horas no puede movilizarse debe de acudirse al centro médico más cercano, pues es necesario hacer una exploración radiológica y médica de la función manual.
La violencia del golpe puede haber lesionado el hueso "falange" de los dedos o los metacarpianos (huesos de la mano), fracturándolos o fisurándolos, lo cual impide su movilidad.
Igualmente debe de pensarse que tanto los nervios como los tendones de la mano y dedos corren por encima y por debajo de la mano y dedos. Que la única protección es la piel en el dorso y una ligera capa grasa en la palma, lo cual no los protege adecuadamente ante un traumatismo fuerte.
La mano, la mejor herramienta con que Dios ha dotado al ser humano, puede verse altamente dañada por toda esa serie de heridas que acabamos de describir, pero es muy frecuente que accidentes pequeños en la rutina de la vida al aire libre nos invaliden por no saber cómo resolverlos de manera simple y sencilla.
Dentro de las heridas contusas, una muy frecuente en la vida campestre es el golpe casual en la uña de un dedo de la mano, que dará lugar a la formación de un hematoma subungueal.
La sangre debajo de la uña da lugar a un adormecimiento y dolor pulsátil (sensación de latido en la uña) muy desagradable.
Cuando han pasado unas horas el dolor agudo del traumatismo en estas zonas hace que toda la falange se encuentre adormecida y muy sensible al tacto, lo cual nos inutiliza la mano.
No todos conocen una forma muy simple de aliviar en unos instantes esa molestia, siendo la técnica de las más simples que se pueden realizar.
De nuestro botiquín de acampada cogeremos una aguja de las que se usan habitualmente para poner una inyección. El calibre de ella debe ser el más grueso que tengamos, generalmente del calibre 18, pero en su defecto, si no tenemos agujas en nuestro botiquín, podemos hacer uso de un imperdible, o incluso de un clip, como los que se usan para sujetar cuartillas, eso sí, metálico.
Empaparemos un algodón en alcohol y calentaremos el instrumento punzante, aguja, imperdible o clip, hasta poner la punta al rojo brillante, la cual aplicaremos en la uña encima del hematoma.
Repetiremos el calentar la aguja dos o tres veces suficiente para lograr perforar la uña y llegar al hematoma.
Si hacemos "rotar" la aguja se perfora antes la uña, lo cual notaremos al dar salida a tres o cuatro gotas de sangre por el orificio practicado en la uña.
En cuanto ha salido la sangre el sujeto nota un alivio inmediato, desapareciendo la tensión y dolor pulsátil que le inmovilizaba el dedo.
La aplicación de mercromina y una tirita en la uña durante veinticuatro horas será suficiente tratamiento para que no se infecte y pueda seguir haciendo una vida campestre normal.
Al practicar esta técnica hay que tener cuidado de no quemarse la persona que la realiza; por ello lo mejor es usar agujas con el pabellón metálico, pues el clip o el imperdible, al ponerlos al rojo, pueden transmitir el calor al otro extremo y quemarnos si no los tomamos con un algodón o tela que nos aísle de su contacto.
El sujeto puede temer el que se le haga daño en la zona lesionada, ya por sí mismo muy dolorosa, pero debe indicársele que es completamente indolora la técnica, dado que la uña no tiene sensibilidad propia.
El argumento más convincente es que cuando nos cortamos las uñas no nos duelen.
Otro percance muy habitual en la vida al aire libre puede ser el que nos clavemos una astilla debajo de la uña o bien una espina de zarza o de rosal.
¿Cómo podemos extraer cualquiera de estos cuerpos extraños debajo de la uña? Cualquier cuerpo extraño debajo de la uña es muy doloroso; como en el caso anterior del hematoma nos imposibilita todo trabajo con esa mano y, además, corremos el riesgo de una infección si no lo extraemos lo más rápidamente posible.
Pues bien, si la astilla la podemos extraer rápidamente, cuando todavía la zona está semianestesiada o insensible por el accidente, el individuo no se dará prácticamente cuenta de la extracción, sobre todo si la maniobra se reduce a captarla con unas pinzas de nuestro botiquín, porque el extremo externo es factible de agarrarlo y tirar de él.
Pero cuando esto no es posible, porque han transcurrido unas horas o porque la punta externa no se toca, debemos de proceder de la siguiente forma:
Lo primero será adormecer el dedo lesionado, pues la uña y pulpejo del dedo se encuentran muy sensibilizados y cualquier maniobra que se intente va a producir más dolor. Por ello nos proveeremos de unos cubitos de hielo que, introducidos en una bolsa de plástico, aplicaremos al dedo manteniéndolo en esta situación hasta que se torne frío y blanco, lo cual es señal de que se encuentra adormecido. Esto se consigue al cabo de unos diez o quince minutos de permanecer el dedo en contacto con el hielo.
Si tenemos bisturí en el botiquín lo haremos con él pero si no, una buena navaja bien afilada puede servirnos.
Cortaremos la uña por encima mismo de donde se encuentra la astilla, fácilmente visible por transparencia, y cuando estemos encima separaremos la uña por sus bordes abiertos, con lo cual tendremos acceso al cuerpo extraño.
Se aplicará mercromina o cualquier otro desinfectante similar. Se colocará una tirita y al cabo de cuatro o cinco días la uña habrá pegado nuevamente.
Quedará un defecto en la uña, que durará dos o tres meses, tiempo aproximado de su crecimiento completo y desaparición del defecto.
Heridas fortuitas, más complicadas médicamente, deben de ser tratadas en centros especializados, pues como se dijo al principio, "siendo la mano la herramienta más perfecta del ser humano", debe en cada momento ser mimada hasta en los más ínfimos detalles.