CINCO CONSEJOS QUE DEBEMOS RECORDAR


1. Siempre que se note una articulación inflamada, caso no infrecuente sobre todo en los colectivos de la tercera edad, es necesario que como precaución inmediata todos los ejercicios que afecten dicha articulación sean suspendidos hasta que la articulación se encuentre nuevamente normal.
2. Los dedos y talón del pie son partes anatómicas muy delicadas y deben estar muy bien protegidos en la realización de cualquier actividad al aire libre.
El uso de calzado adecuado a cada modalidad de ejercicio que se realice: marcha, tenis, montañismo, cultivo de jardinería, footing, trabajos de albañilería, electricidad, etc., tantos y tantos otros trabajos en que distraer nuestro tiempo de ocio, requiere una atención especial de nuestros pies, y si nos ponemos dos pares de calcetines, uno fino de hilo primero, y lana gruesa después, en nuestras marchas por el campo y montaña; si pisamos firmemente con toda la planta procurando no golpear los dedos y talones, seguro que nuestra actividad física nos proporcionará un balance placentero.
3. Las flexiones de piernas, sobre todo en los colectivos sin experiencia y entrenamiento adecuado, nunca deben superar un ángulo de 90º.
Los forzamientos de las articulaciones de las caderas y rodillas por encima de estos grados pueden dar lugar a tirones y desgarros dolorosos, incapacitantes para una larga temporada.
4. Igualmente deben evitarse, en principio, los ejercicios forzados de extensión (movilizar la columna hacia atrás) y flexión (movilizar la columna hacia adelante) de la columna vertebral, como los ejercicios forzados, bien por el exceso en el tiempo o por la dureza de ellos; en el abusivo esfuerzo de las rotaciones de hombros, como ocurre en el tenis, juego de pelota, bolos, petanca, etc.
Son precauciones simples, pero que de no ser tenidas en cuenta, pueden lesionar nuestros músculos y tendones.
5. El haber pasado con éxito el examen previo a todo ejercicio físico, el no padecer en principio ninguna enfermedad cardiaca, pulmonar o metabólica, no nos garantiza su ausencia para siempre, por lo cual, ante cualquier contingencia de dolor agudo en el pecho, cuando sin razón aparente de esfuerzo nos encontremos con grandes palpitaciones del corazón que no cesan en un tiempo prudencial a pesar del reposo, si sufrimos un mareo después de subir una cuesta empinada o si el hecho de inclinarnos para hacer una "fogata" supone mareo o fatiga, habremos de suspender el ejercicio y someternos a un nuevo control de nuestro aparato cardiaco o respiratorio.

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