EVALUACIÓN
El testigo de un accidente, dentro de lo posible, debe evaluar la situación teniendo presente:
- el número de víctimas y su estado aparente;
- los riesgos de agravamiento o de repetición del accidente;
- la gravedad de los daños y sus posibles repercusiones (tráfico entorpecido, riesgo de incendio o de explosión de productos tóxicos, etc.);
- las posibilidades de intervención inmediata.
Esta valoración es imprescindible para que las dos fases siguientes se desarrollen con eficacia. Se trata de distinguir el accidente de la catástrofe, para permitir la activación de los medios de socorro apropiados sin retrasos inútiles.
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