INFARTO
El infarto de miocardio o ataque al corazón se produce debido a una oclusión repentina de una arteria coronaria, lo cual produce la necrosis de esa región miocárdica. La enfermedad se manifiesta a través de un dolor repentino en el precordio, de mayor intensidad y duración que el dolor anginoso. Es un dolor muy molesto que angustia al paciente y se acompaña de una sensación de ahogo y estrangulamiento y, en ocasiones, nauseas y vómitos. En la actualidad se acepta la teoría de que es un coágulo de sangre el que provoca el infarto, cuando se asienta sobre una arteria ya estrechada debido a la arteriosclerosis.
El enfermo debe ser hospitalizado urgentemente y se le realizará un electrocardiograma que confirme que ha sufrido un infarto. El paciente se puede recuperar en tres o cuatro semanas, pero esta dolencia produce cambios en el sistema cardiovascular que hay que tener en cuenta en el futuro, ya que, como durante el infarto parte del miocardio deja de recibir oxígeno, esta zona se infarta y durante el resto de la vida carecerá de elasticidad y de la capacidad de contracción, por tanto, no participará más en el proceso dinámico del miocardio. El corazón se adecua a la situación, y la mayoría de los pacientes con infarto sobreviven, aproximadamente un 80 por ciento.
El paciente recuperado podrá regresar a su actividad habitual la mayoría de las veces y solo deberá mantener una dieta sana, hacer algo de ejercicio (paseos, etc.) y no fumar ni consumir bebidas estimulantes y alcohólicas.