EL TACTO
Los receptores cutáneos se distribuyen por la piel de forma discontinua y no uniforme; así, el tacto es más fino en la yema de los dedos; el calor se aprecia mejor en la mejillas etc. Los receptores para el dolor son terminaciones nerviosas libres, mientras que el resto son corpúsculos sensitivos de diferentes tipos.
La sensación del tacto comprende dos aspectos: contacto y presión. El contacto se recibe mediante los corpúsculos de Meissner, situados en la parte superior de la dermis, generalmente cerca de la zona de contacto con la epidermis; abundan sobre todo en la punta de la lengua y en la yema de los dedos. La sensación de presión aparece cuando la piel se deforma, a consecuencia del contacto, y se aprecia por los corpúsculos de Pacini: estos se localizan en las capas profundas de la dermis y en los músculos y articulaciones.
La sensibilidad térmica se debe a dos tipos de receptores, los corpúsculos de Krause y los corpúsculos de Ruffini, que no reciben temperaturas determinadas, sino diferencias de temperaturas. Los corpúsculos de Kraus se localizan superficialmente en la dermis y abundan sobre todo en la mucosa lingual y en la conjuntiva del ojo; se estimulan por temperaturas inferiores a la corporal y, por tanto, son los responsables de la sensación de frío. Los corpúsculos de Ruffini se hallan en la zona profunda de la dermis y son estimulados por temperaturas superiores a la de la piel, produciendo la sensación de calor.
La sensación de dolor se debe a terminaciones nerviosas libres (norirreceptores) que se localizan en la epidermis y, también, repartidos por todo el interior del organismo. No se excitan por un estímulo particular, sino por cualquier estímulo cuya intensidad sea lo suficientemente elevada para causar lesiones al organismo.