EL ESTÓMAGO
El alimento, tras pasar por el esófago llega al estómago. Dentro de las funciones gástricas, hay que destacar la capacidad secretora, de sustancias muy ácidas, cuya función es la de degradar el alimento. Al llegar la comida al estómago se realiza la mezcla y el ataque por parte de los jugos gástricos. Además interviene en el control del apetito y regula la flora intestinal.
Los jugos gástricos están compuestos por agua (98%), sales, ácido clorhídrico, mucoproteínas, enzimas proteolíticas, factor intrínseco, secreciones endocrinas e inmunoglobulinas. Dentro de estas sustancias destacamos el ClH (ácido clorhídrico), secretado por las células gástricas parietales, mantiene el pH necesario, ablanda la fibrina y el colágeno, controla el paso de bacterias al intestino y estimula la secreción de secretina, estimulador a su vez de la secreción pancreática y biliar.
Existen tres vías fundamentales por las que se estimula la secreción ácida. Por vía paracrina actúa la histamina, por vía endocrina la gastrina y por vía neurocrina actúa la acetilcolina. Estas tres sustancias liberan mensajeros que estimulan las células perietales. A su vez existen inhibidores de esta secreción, como son la presencia de ClH y de grasas en el duodeno.
A la salida del estomago existe el esfínter pilórico, cuya función es dejar paso a las sustancias pequeñas que abandonan el estomago e impedir el paso a las partículas grandes que son impulsadas de forma retrógrada para que continúe su digestión.